viernes, 8 de enero de 2010

PARA ROSITA NUKAK...

No lo dudó. Cerró los ojos y saltó. Sólo entendió lo que era el dolor cuando cayó. Hasta ese momento, era solo parte de un rumor que corría por el cielo. Le gustó, únicamente porque nunca lo había sentido. Nunca había sentido. Y confirmó que lo que acababa de hacer, estaba bien. Pero algo inesperado sucedió. Todo en su cuerpo se despertó con el golpe. Todo, menos sus manos. Esas siguieron dormidas, siguieron estando hechas de vapor. ¡Qué calamidad!

Cada vez que veía a los tristes desde arriba, sentía la extraña urgencia de ponerles la mano en la espalda. Creía que esa era la mejor manera de que sintieran que no estaban solos. Que alguien compartía su dolor, haciéndolo, de alguna manera, un poco más pequeño. Sin manos jamás iba a poder hacer eso, pero ya no había vuelta atrás.

Quiso entonces alejarse del mundo. No ver a los tristes tan de cerca. Caminó. Corrió. Hasta que llegó a una explanada donde el pasto se unía con el cielo para donde quiera que mirara. En medio de ese campo, se encontró una pequeña Rosa. Solo una. Estaba casi completamente marchita. Pero aún así, se veía hermosa. En sus pétalos cafés se leía una vida dura, pero vida todavía. Y se leía también que hacía mucho tiempo estaba sola.

Impulsada por la extraña urgencia que la invadía al mirar a los tristes desde el cielo, estiró el brazo, acercó su mano de vapor a la pequeña Rosa y, milagrosamente, una de sus espinas la pinchó. Bajó la mirada sorprendida y vio que sus manos se habían vuelto de carne y hueso y que de su dedo índice salía un pequeño hilo de sangre, que volvía a teñir de rojo los pétalos de la flor. Y sintió que por su dedo índice, entraba al mismo tiempo el dolor de la pequeña Rosita, que ahora era de ella también, haciéndose, de alguna manera, un poco más pequeño.


FOR ROSITA NUKAK

She closed her eyes and jumped. No hesitation. She only understood what pain was when she landed. Up until then it was just a rumor that traveled through Heaven. She liked it, only because she had never felt it before. She had never felt before. And she confirmed that what she had just done was right. But something unexpected happened. Everything in her body woke up with the crash. Everything but her hands. Those remained asleep, being made of vapor. What a tragedy!

Every time she looked at the sad ones from up above, she felt the strange urge to put her hand on their backs. She believed that was the best way to make them feel they were not alone. That someone shared their pain, making it, somehow, smaller. Without hands she would never be able to do that, but there was no going back.

She then decided to step away from the World. Not to see the sad ones so up close. She walked. She ran. Until she got to a clearing where the grass melted with the sky everywhere she looked. In the middle of this field, she saw a Rose. Just one. It was almost completely withered. But it looked beautiful nevertheless. In its brown petals she could read a sad life, but life still. And she could read that it had been alone for a long time.

Driven by the strange urge that invaded her whenever she looked at the sad ones from Heaven, she reached out her arm, and tried to touch the flower with her vaporous hand. Miraculously, one of its thorns pinched her. She looked down, mesmerized, and saw that her hands were now made of flesh and bone, and that from her index finger came out a little thread of blood that was dying the Rose's petals red one more time. And she felt that through her index finger, at the same time, entered some of the Rose’s pain, which was now hers too, becoming, somehow, smaller.


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