Algunas veces, cuando me quedo observando el movimiento de las hojas en un árbol y se me pierden dos o tres horas del día, me pregunto a dónde va ese tiempo, qué hará cada vez que se le puede escapar a su dueña, que lo desperdicia tanto y en tantas nimiedades. ¿Será que hace algo productivo como buscar un verdadero norte, o será que se queda mirando las mismas hojas del mismo árbol, pero desde diferente perspectiva? A veces pienso que en esos ratos libres, se devuelve a recorrer mis pasos porque cuando regresa me trae los olores de momentos que recuerdo, que ya pasaron. Pero a veces me trae sensaciones que también recuerdo como mías, pero que no están construidas en mi memoria como imágenes, ni sonidos, ni palabras, ni personas. Entonces me pregunto si mi tiempo caminó por otras vidas antes de ser mío. Tal vez eso explicaría por qué me gustan tanto los gnomos de jardín; y por qué si tuviera un chihuahua le pondría un tutú rosado; y por qué quiero tener un enano de esclavo, que duerma en mi cuarto en una camita de perro; y por qué si un genio me otorgara un deseo, yo le pediría ver el momento en que una persona utilizó la cuchara como cuchara por primera vez. A veces también pienso que mi tiempo estaba vagando sin norte por el mundo antes de encontrarme. Y fue ahí donde vio y sintió todas esas cosas que me trae ahora, que son mías, pero que no he vivido yo en realidad. Tal vez mi tiempo nació conmigo y yo apenas me estoy dando cuenta.
¿Dónde estaría mi tiempo hace 28 años? Tal vez susurrándole a mis padres al oído que se pusieran a hacer una hija. O llevando a un chihuahua del collar y pensando: "A este perro le hace falta algo." De pronto se estaba vendiendo al mejor postor para poder hacerse mío precisamente. ¿Quién da más? Quién da más? Vendido. Tal vez pasaba por ahí en el momento en que nací y le pareció que en la muñeca de esa muchachita encontraría un buen hogar. Tal vez había vagado por el mundo y por fin decidió tomar un descanso.
Y hoy, después de 28 años, que es mucho tiempo a mediana escala, pero mas bien poco a una más grande, aquí estoy llevando mi vida en un tránsito tranquilo. Y por ese camino, sin darme cuenta, tal vez por estar mirando las hojas de los árboles, mi tiempo se ha cruzado con otros y ahora comparten olores de momentos que recuerdan como imágenes y sonidos y palabras y personas. Y hoy, después de 28 años, mi tiempo se alegra de haberse cruzado con tantos otros, porque a quien le toque después de mí, sentirá mi vida como suya y por momentos, será muy feliz.